martes, 19 de marzo de 2013

Sevda


Me acuerdo de aquella última mañana de viaje, en el verano de 2011; de vuelta de Gömürgen (Turquía).
En el ferry, cruzando el Bósforo de Asia a Europa. Burak me decía que algún día volvería a Estambul y que ya no podría dejar de amarla, porque la Ciudad es un imán.

Entonces no le creí. Yo fui pensando en Oriente, en el lujo de los palacios y en las alfombras voladoras. Me encontré la mayor metrópoli que yo había visto jamás. Ahí sólo veía el gris de las calles y el aire.



¡Qué razón tenía Burak!

Y a él le debo estar aquí, por segunda vez y de vuelta; tal y como el dijo.
Amando esta ciudad más de lo que podría haber imaginado el pasado 15 de Septiembre.

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