sábado, 13 de julio de 2013

Benim arkadaşlarım


No ha podido haber boche mejor que una semana con vosotros.
Sois justos lo que me hacía falta.

Cuando Istanbul se torna muy gris, sólo hace falta un pulado de muy buenos amigos para darle color. Con ellos se fue el ruido, la contaminación y la prisa. Con ellos llegaron las sonrisas, la espontaneidad y el amor.

Os quiero, os quiero un montón. Acho tíos.











Karpuz

Una ciudad que no deja de sorprenderme.


Quizá había olvidado. Cuando la mirada se fija en los pequeños detalles, empieza ha olvidarse de las grandes cosas. Como dice Andrea, es el regalo de Tarlabaşı.

Son las mujeres. Ellas son todo lo que los hombres han olvidado; la hospitalidad turca reside en las mujeres. Kadınlar.

A cambio de una cortés despedida, me ofrecieron un çay. Y de repente me vi envuelta en flores de plástico y alfombras que adornaban el salón de mis vecinas de en frente. A pesar de cumplir el Ramadán, no dudaron en ofrecerme té y galletas que sólo pude compartir con la pequeña de tres años.

Y a pesar de la barrera lingüística, el amor que ellas ofrecen es internacional.
Su vieja mamá, que sólo sabe hablar kurdo. Su viejo marido, que llegó después y lo primero que me dijo fue: tienes mamá y papá? (Anne, baba var mı?) - Sí. - Entonces, cuando llegues a España mándales un saludo de mi parte (Selam). Y las tres preciosas hermanas que no sabían una palabra de inglés. Şerife, de veintitres años, licenciada en Informática. Fatma, de veinticuatro años, prometida en la Kız Kulesi. Y ¿se acuerdan de aquella entrada de este blog en la que describía cómo la chica más bonita del mundo limpiaba la escalera? Ahora ya no me acuerdo de su nombre kurdo, pero sí recuerdo que es madre de una niña preciosa de tres años llamada Nısan Nur y de un bebé maravilloso llamado Barış ("Paz"). Y ella... ella tiene mi edad, veintiún años.

Y aún así, a pesar de sus diferencias no se pensaron dos veces, una vez terminado el çay, el invitarme a su cena de Ramadán. E insistieron tanto que no pude rechazar la oportunidad. 10 minutos después, estaba sentada en su mesa. Mueble a la turka, de no más de 40 cm de altura, sentada con las piernas cruzadas sobre la alfombra, como manda la tradición. Sopa de pollo, ensalada de cebolla y tomate, pasta y, por supuesto, Ayran.

Tras la cena (Afiyet olsun), una por una desdoblaron un kilim y se cubrieron como manda el Corán. Y como para agradecer a Allah el haberles concedido esos alimentos, comenzaron el rezo en dirección a la Meca. Mientras tanto yo ciudaba de Barış y jugaba con Nısan Nur.

Cuando el çay estuvo listo, todos pasamos de nuevo al salón. Kaçak çay traído del Kurdistán acompañado de pipas de sandía secadas y saladas, que toman igual que nosotros tomamos las pipas de girasol.

Nos hicimos muchas fotos y hablamos de todo lo que mi pobre turco me dio a entender.

Sandía para terminar la noche.






Çok teşekkürler, kızlar, çok çok iyi akşam.


Y así es como la ciudad que un día fue Constantinopla se empeña en no dejarme marchar con un mal sabor de boca.



martes, 25 de junio de 2013

Tree of Life

Se me pasan los días volando.
25 de junio.

Entre aquellos árboles del bosque de Izmir, a la orilla del lago Karagöl.
Una noche me di cuenta de que se me habían olvidado las estrellas. No hay más que dos o tres en la noche de Estambul. Me fui a mirarlas durante un rato. Y en aquel rincón del mundo conocí a una mejicana y a un suiza que también miraban las estrellas.

Teníamos una tienda para siete, dos tiendas de campaña pequeñas y una caravana. Había mucha gente que había nacido en muy diferentes puntos del mundo en un tiempo parecido. Patatas asadas junto al fuego y muchas historias que contar. (Where are you from? ¿Y qué más da?)

Mucho amor y mucha belleza. Adornos naturales, plumas de halcón.

Música electrónica que hacía vibrar el bosque. El croar de las ranas al atardecer...

La puesta de sol al ritmo del tambor.

AMIGOS.















Me ahogaba el humo de la ciudad, pero ahora he vuelto, limpia y renovada.

Ahora pasan los días sin pausa, entre visitas y amigos.

La extraña sensación de querer regresar después de mucho tiempo.

Nos vemos pronto.
























(japoneses con bolas de contact.)

lunes, 3 de junio de 2013

Devrim


Cuando llegué en Septiembre, Estambul me decepcionó.
Tras haber pasado dos años en España al pie del cañón de las reivindicaciones políticas; la ciudad se presentaba bajo las garras de un capitalismo brutal y un crecimiento industrial descontrolado. Pero nadie reivindicaba nada. Las manifestaciones que había, apenas llegaban a las doscientas personas, cuando aquí hay unos veinte millones de habitantes...

Pero ahora... Estambul ha despertado.

Nunca había visto la plaza de Taksim tan bonita como está ahora.
Banderas de todos los colores cuelgan de cualquier farola. Hay sitio para todo el que tenga algo que decir: homosexuales; kurdos; turcos; aficionados del Galatasaray, del Fenerbaçe y del Beşiktaş, partidos de izquierda e incluso alguna chica cubierta por el velo.Y una vez más queda demostrado que cuando la policía se va, no cunde el pánico; sino que las personas empiezan a organizarse. Y ahora, gracias a todos los voluntarios que trabajan de manera altruista por la causa, el parque cuenta con cocina, servicio de limpieza y servicio de emergencias sanitarias para todo el mundo de manera gratuíta.

Todo el mundo tiene algo que reivindicar y los gritos de "Tayyip, dimisión" no cesan en ningún momento.

Las pintadas y los símbolos cubren ahora todos los rincones de la plaza y de Istiklal.

Los músicos kurdos animan a la gran multitud que se congrega en Gezi Park.

Lo que el viernes fueron barricadas construidas con autobuses en llamas, hoy son un buen asiento para todo aquel que desee descansar a la sombra.

Los vendedores de sandía y de köfte hacen su agosto.

Pero, sin ser yo amiga de los nacionalismos, quizá lo que más me guste sea que hay banderas turcas por doquier. Es como si la gente dijera: -Turquía no es el gobierno. Turquía somos nosotros y el gobierno es otra cosa".


Brilla el sol. Hay esperanza.

domingo, 26 de mayo de 2013

Görüşürüz

Se nos murió a todos algo cuando se fue Lena.

Y luego se marchó Joey, el chico de la sonrisa tras el pazar.

Se va acercando esa temida sensación de no volver a ver en mucho tiempo la línea del horizonte recortada por los minaretes y nos estremecemos al pensar en el silencio de las ciudades sin el canto del imán.




domingo, 19 de mayo de 2013

Yaz


Sabes que es verano en Estambul cuando el kilo de tomates vuelve a valer 1 TL en Tarlabaşı.

viernes, 17 de mayo de 2013

viernes, 10 de mayo de 2013

Burası Türkiye


Todo comenzó en el lugar donde empieza la Historia.
Sanlıurfa, grandiosa como su nombre indica, nos recibió con su aroma diferente.
Lejos quedaba Istanbul y los kurdos se asomaban para recibir a las tres forasteras de mochilas gigantes.
Cruzar el moderno centro de Urfa para llegar a la pura Turquía.
Núcleo donde se mezclan el turco, el kurdo y el árabe.

En medio de la multitud cuadriculados bloques de reciente construcción, se halla el lugar sagrado. Allí donde Abraham nace como figura para convertirse en profeta de las tres religiones.
Edificios de adobe, especias, "salvar" para los hombres, pañuelos violeta para proteger del intenso sol de las tierras del desierto. Verdadera forma de vida. Té, mucho té de sabor diferente al de la gran metrópolis. Noches de música kurda y buena comida sobre la alfombra.



























Apenas 30 kilómetros separan Harram de la frontera con Siria.
Se dice que es uno de los asentamientos más antiguos del mundo, habitado de forma ininterrumpida hasta la actualidad. Construcciones de materiales paupérrimos que habían resistido al paso de los siglos. Ropajes auténticos, rasgos diferentes.

Conversaciones profundas con un helado en el interior de un minimarket, para aguntar el terrible calor en la espera del autobús.

















Encaminamos los pasos hacia la cima del monte Nemrut. Kahta nos esperaba tras un largo viaje en dolmuş. En el pequeño autobús dormían los niños, los hombres cedían su asiento a las mujeres y se mezclaban las miradas curiosas hacia nosotras tres.

Llegamos sin rumbo fijo y a la media hora encontramos una habitación compartida donde poder descansar para el gran día de mañana.

Murat se llamaba el chófer. Su lema: "No honey, no money. No whisky no risky".
Y entre bromas y conducción temeraria, nos mostró lo mejor de su región, poniendo como guinda el ansiado monte de las cabezas de piedra gigantes.





































Antes de tomar el siguiente autobús. El dueño del hotel nos invitó a un desayuno a cambio de que las tres estudiantes de Bellas Artes (güzel sanatlar oğreciler) le dibujaran un mapa de los monumentos visitados.





Sin saber muy bien la locura que íbamos a cometer, montamos en en otobus. 19 terribles horas de viaje hasta llegar a la mañana siguiente a Antalya.

Allí nos esperaba Fatos, amiga de Umut; que nos acogió de maravilla en su casa.
Sol y playa. Ansiado descanso fuera del ruido estambulita.

Visita nocturna a una ciudad de la que poco esparaba y que me sorprendió gratamente. Çok teşekkürler, Fatos.







En la mañana del domingo, Fatos nos recomendó Phaselis.
Playa paradisiaca bajo las cumbres y a la vera de ruinas romanas.

Cena caliente, que supo a gloria, tras una semana de pan, queso y tomates.












Último destino: Pamukkale. Después de siete meses viviendo aquí, por fin visitaríamos el famosos balneario natural.

La montaña blanca de alzaba imponente sobre el pueblo. Las terrazas de caliza se nos antojaban un sueño. Dejamos caer la noche mirando al cielo estrellado.

A la mañana siguiente disfrutamos paseando sobre los travertinos que masajeaban nuestros pies. El agua caliente se llevó todas las impurezas de nuestros cansados cuerpos. Y nos dejó la calma necesaria para volver al hogar.

A la tarde, se nubló el cielo. ¡Volved a casa!- gritaba.
Cogimos el último de los autobuses de nuestro viaje.















Estambul nos recibió cubierto de nubes. Atrás quedaban el sol y la alegría del viaje.
Rutina invernal. C'est fini.

Höş geldiniz!