lunes, 26 de noviembre de 2012

Kara kadın


Del dolor que sentí la primera vez que vi un séquito de cuatro mujeres, todas cubiertas de arriba a abajo por el niqab, tras los pasos de su hombre y amo.


Las hay con guantes, sin ellos.
Con calzado elegante, Converse o deportivas.
Con maquillaje o sin él.
Tapadas con telas de colores o de negro completamente.

A los turcos les queda el consuelo de decir que no son de aquí, que son mujeres venidas de Arabia Saudí.

Y yo os juro que se me muere algo por dentro cada vez que les miro a los ojos, y después miro al hombre que acompaña a cada una de ellas. Luego, me pregunto que si no pensaran ellas lo mismo, que qué pena de esa pobre niña, que se estropea el pelo enrastado y con los pantalones llenitos de pintura...

Pero no, no es lo mismo. Busqué información, el por qué; y encontré respuestas pero aun debo profundizar mucho más. Porque no quiero creer lo que leí:

Que la mujer debe ser tapada por poseer partes impuras que no deben ser mostradas.

IMPURAS. IMPURAS ¿Cómo va a ser un cuerpo humano impuro?
¿Cómo? ¿Cómo? ¿Cómo?


http://en.wikipedia.org/wiki/Niq%C4%81b

Pazarlar


BUYRUN, BUYRUN!


Una de las cosas que hacen especiales mis domingos en Estambul es el mercado de Tarlabaşı.
Un festival de colores que se reúne cada semana en uno de los barrios más humildes de la ciudad.

Las frutas y verduras de olor y sabor naturales nos reciben con el magnífico cartel de "1kg, 1 lira" (que irá descendiendo a medida que pasen las horas y la necesidad de finiquitar el producto aumente). El vocerío y el tumulto. Las mujeres, las turcas de verdad, con su estilo "de andar por casa" y su experiencia en seleccionar las mejores piezas. El color de los puestos de especias y el "puedo pobrar" en los de queso.

Cantando te reciben y cantando pasan el domingo los dependientes. Y çay de después en el Saray Lokanta.

Es el motivo para despertarse por la mañana, aunque la noche anterior apenas haya dejado espacio para el sueño. Se convierte casi en obligación, porque "¿cómo vas a comprar los tomates en el supermercado a 2,5 liras si en Tarlabaşı los tienes por una?". Y el sentir la Turquía de verdad en vena, y que te salga más de una sonrisa al verla tan pura y tan auténtica.




viernes, 23 de noviembre de 2012

La tortura de no tener cinta de carrocero

Mañanas de limpieza general.
Quizá vaya ahora al salón de té junto al Bósforo a mirar un rato el mar.


Vivir en la costa.
Vivir entre Asia y Europa.



jueves, 22 de noviembre de 2012

¿...?



"Who are you?" me preguntó Fırat.
Justo un par de días antes, andaba yo subiendo la cuesta de Fındıklı preguntándome lo mismo.
Entonces recordé esta imagen, de una pintada en un muro, que encontré el año pasado subiendo la cuesta que une Galata con Karaköy. El año pasado... en Estambul.

martes, 20 de noviembre de 2012

Ella como otras tantas.


De las mujeres que se sientan en el césped entre Hagia Sofia y Sultanhamet
con una botella de Coca-cola y una niña a la que cuidar para merendar.

De los ojos que te miran a través de una rendija, de las que no se dejan fotografiar por orden divina,
de las que visten de negro por ser el color de lo invisible y de la nada.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Pasado.

Que me pasé dos meses cantando que Estambul ya no era Constantinopla.
Y realmente, no lo es. Ya no está. Pero ahora es otra cosa.
Que no hay canción que le venga mejor a esta ciudad de locos:

http://www.youtube.com/watch?v=g8VqIFSrFUU


Que aun te recuerdo el año pasado preguntándote el por qué del girar de tu sombrero siempre en la misma dirección, movido por el viento de la Anatolia central.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Verso a verso

Del día en que empecé a amar Estambul.

Ya lo había pensado antes, ya se me había ocurrido.
Y ahora es cuando. Porque antes, no tenía sentido.
Guardo apuntes de los primeros momentos y puede que vuelva a mirarlos y puede que os haga un resumen.
Pero es ahora cuando por fin he pensado que no voy a querer irme de aquí.
Empieza a anochecer y son las cuatro de la tarde y eso me mata; como me mataba la prisa y el ruido y la gente y el aire contaminado. Pero ahora descubro los cielos, tan abiertos como nunca los había visto. Y descubro las aguas y la vista desde el ferri; recuerdo mi primer viaje de vuelta, de Asia a Europa, con los relámpagos sobre Sultanhamet y tan lejos de nosotros.

Quizá escriba, quizá no.
Al menos lo siento bello, y bello vive, con las excursiones de cada viernes por la mañana.


Hacía tiempo que no tenía tantas ganas de volver a dibujar.