domingo, 27 de enero de 2013

Hélade

Encaminé mis pasos al oeste, hacia la histórica península. Atenas brillaba con el sol de invierno.
Terminaré este texto cuando todo acabe, y no ha hecho más que empezar.

Imponente se alzaba el Partenón sobre la Acrópolis, y la puesta de sol potenciaba el espíritu clásico.
El beige de las casas que rodean la colina y terminan el el puerto de Pireos.
Por allí andaría Sócrates en algún momento de la Historia. Allí estuvo Pericles.
Nunca más sujetarán el Erectión las Cariótides.

Atenas es arte urbano y es revolución.
La ciudad que lucha y piensa. Exargia esconde esas personas que comparten los ideales junto a una taza de café en cuaquier bar cerca de la plaza. Andrea y Renata, ciudadanos del mundo, que unieron un trocito de su vida con la tuya. Conexiones imperecederas. Atenas son también viejos amigos. Pavlos y Kimos, guitarra y percusión. No muere el arte ni la cultura de la Hélade.

Ahora me esperan el norte y el frío.

viernes, 18 de enero de 2013

Bebek.



Vista desde el balcón del Sakıp Sabancı Müzesi 
(Segundo puente sobre el Bósforo)

jueves, 17 de enero de 2013

Hamam



Limpiar la casa, ejercicio y desayuno.
Día de limpieza. ¿Qué hacer con el tiempo libre?

Hamam.

Viaje en barco desde Kabataş a Kadiköy, con una taza de salep* caliente en las manos y una vista panorámica exquisita. Cruzar el Bósforo en búsqueda del baño turco.

Ahora me pregunto por qué no habré ido antes...

Agua caliente y fría. Vapor de sauna. Mujeres desnudas que conversan sin pudor. Plancha caliente donde tumbarse para ser lavada y exfoliada. Relajación, serenidad.

Esa sensación de bienestar que te hace flotar. No me salen las palabras, me lo impide la sonrisa.




*: El Salep es una bebida caliente, típica de Turquía, que se bebe en los días fríos de invierno. Se elabora a partir del tubérculo de una orquídea con la que se elabora una harina aromática.

miércoles, 16 de enero de 2013

Fakirlik


Es la una de la mañana, Estambul rezuma vida. Istiklal estaba tan llena hace diez minutos como a las siete de la tarde. Y ahí estaban los incansables vendedores de mejillones, de simit y de pilav. El clarinetista que llenaba la calle de música por una pocas monedas. La señora que vendía paquetes de pañuelos. Los que transportan carros gigantes llenos de las viandas encontradas al rebuscar en los contenedores.

Pobreza. Hay muchas personas en esta ciudad que viven al día.
Y lo pienso y realmente empiezo a ser consciente de la cantidad de gente pobre que debe haber en el mundo. No de los que no necesitan más de lo que tienen; sino de los que viven tristes, de los de la barba de tres días, las ojeras y la pena. Mendicidad que me carcome por dentro.
Esos de los que siempre te han dicho que no hay que darles dinero, "que seguro que es pa' droga"; (pues no me extraña, mire usted, no me extraña que se intenten aliviar en la soledad de la muchedumbre).

Que yo que sé. Se me escapa de las manos. Y ¡joder, que sí es una utopía! Al ritmo que vamos sí... que ya no son uno o dos durmiendo entre cartones. Que son cientos de niños trabajando todos los días, no importa el frío o el calor; bajo la estricta vigilancia de sus padres (tres escalones más arriba, en la salida del metro).

No lo sé, no sé cuán factible es... que digan lo que digan este sistema es una mierda. Que no funciona, que no es justo. Que ¿qué coño nos pasa? Y es que te acabas acostumbrando, te acostumbras a no verles, a avanzar a paso rápido e ignorarles. Pero ahí están.



Sólo se me ocurre decir (y jamás le deseo a nadie que lo pase mal), que ojalá la crisis en España sirva para algo y que nos volvamos más humanos. Que luchemos para derrocar a los que no quieren compartir. Nunca en mi vida he estado más convencida de la necesidad de una educación pública de calidad obligatoria y de una sanidad para todxs.

No sé, que me voy a dormir, a ver si acaso.

viernes, 11 de enero de 2013

:)


¡Prácticas de fotografía que resultan una buena excusa para salir a jugar en la nieve!







martes, 8 de enero de 2013

Kış


Çok çok kar!

No para de nevar.
Los lugares tan habituales se han tornado blancos, blanco puro y acolchado.
No importa el frío porque el gris se ha ido y el invierno más bello ha caído sobre la ciudad.





Pero todo se vuelve tan cálido al ir al Karakedi y encontrar a todas las caras conocidas.
Sorbos de vino caliente al ritmo del blues del cajón flamenco, la guitarra y la armónica.

Buenas noches.

jueves, 3 de enero de 2013

Allah allah

Con el sabor del dulzor navideño y el calor del hogar, he vuelto a Bizancio. Del avión sólo recuerdo la vista de un extenso terreno de montañas nevadas y un mar nubes que ocultaron el sol una vez que lo atravesamos. Yolanda era la pasajera que se sentaba a mi lado, estuvimos hablando de todo un poco y de nada a la vez. Me dijo que venía a visitar a una amiga suya que se había casado con un turco. Una vez que aterrizamos, descubrí que su amiga (de entre los millones de habitantes de Estambul) era una chica a la que yo había conocido en el cumpleaños de Göker, en la noche de los músicos callejeros de Bostanci.

Ali no estaba cuando llegué a casa a las seis de la tarde, pero sí estaban su madre y su hermana. Turco de golpe y porrazo. A duras penas entender y sonreir mucho para contrarrestar. Ahora el frigorífico está lleno de comida de mamá turca y de los enseres españoles que he traído conmigo. El té sabe auténtico y la rutina se antoja cálida.

Iyi geceler, arkadaşlar.