lunes, 3 de junio de 2013

Devrim


Cuando llegué en Septiembre, Estambul me decepcionó.
Tras haber pasado dos años en España al pie del cañón de las reivindicaciones políticas; la ciudad se presentaba bajo las garras de un capitalismo brutal y un crecimiento industrial descontrolado. Pero nadie reivindicaba nada. Las manifestaciones que había, apenas llegaban a las doscientas personas, cuando aquí hay unos veinte millones de habitantes...

Pero ahora... Estambul ha despertado.

Nunca había visto la plaza de Taksim tan bonita como está ahora.
Banderas de todos los colores cuelgan de cualquier farola. Hay sitio para todo el que tenga algo que decir: homosexuales; kurdos; turcos; aficionados del Galatasaray, del Fenerbaçe y del Beşiktaş, partidos de izquierda e incluso alguna chica cubierta por el velo.Y una vez más queda demostrado que cuando la policía se va, no cunde el pánico; sino que las personas empiezan a organizarse. Y ahora, gracias a todos los voluntarios que trabajan de manera altruista por la causa, el parque cuenta con cocina, servicio de limpieza y servicio de emergencias sanitarias para todo el mundo de manera gratuíta.

Todo el mundo tiene algo que reivindicar y los gritos de "Tayyip, dimisión" no cesan en ningún momento.

Las pintadas y los símbolos cubren ahora todos los rincones de la plaza y de Istiklal.

Los músicos kurdos animan a la gran multitud que se congrega en Gezi Park.

Lo que el viernes fueron barricadas construidas con autobuses en llamas, hoy son un buen asiento para todo aquel que desee descansar a la sombra.

Los vendedores de sandía y de köfte hacen su agosto.

Pero, sin ser yo amiga de los nacionalismos, quizá lo que más me guste sea que hay banderas turcas por doquier. Es como si la gente dijera: -Turquía no es el gobierno. Turquía somos nosotros y el gobierno es otra cosa".


Brilla el sol. Hay esperanza.

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