El Islam permite, y de hecho requiere, que el
musulmán sea cuidadoso con su apariencia, se vista decentemente,
mantenga su dignidad y disfrute de lo que Dios ha creado para
vestimenta y adornos.
Desde el punto de vista islámico, la
vestimenta tiene dos propósitos: Cubrir el cuerpo y embellecer la
apariencia. Dios -Glorificado y Ensalzado sea- considera la dotación de
vestidos y ornamentos para los seres humanos como uno de sus favores a
la humanidad: "¡Y recordad cuando erais pocos, oprimidos
en el país, temerosos de que la gente os capturara! Entonces, os
procuró refugio, os fortaleció con Su auxilio y os proveyó de cosas
buenas. Quizás, así, fuerais agradecidos" (7:26).
Cualquiera que desdeñe uno de estos dos
aspectos -la vestimenta y los ornamentos- se ha desviado de la senda
del Islam hacia la senda de Satán.
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